martes, 7 de junio de 2016

La leche animal, ¿es realmente perjudicial para la salud?

Si alguien te ofreciera un poco de leche materna humana embotellada, ¿la añadirías a tu café para desayunar?

Esta es la primera pregunta que debemos hacernos al plantearnos si la leche animal es o no un alimento adecuado para una dieta saludable. Por supuesto, puedes contestarme: no, pero tampoco me comería un filete de carne humana, e ingiero carne de cerdo, de pollo y de vaca a diario.

No obstante, la leche es un alimento única y exclusivamente destinado a alimentar a las crías de todas las especies de mamíferos. A través de ella se transmiten todos los nutrientes necesarios para el desarrollo de un bebé, así como enzimas y hormonas, y también inmunoglobulina y otras sustancias que modifican el sistema inmunológico. Esto tiene sentido si pensamos que un bebé no tiene su sistema inmunológico totalmente formado y necesita que la madre le transfiera una serie de anticuerpos si quiere hacerse resistente frente a ciertos tipos de enfermedad. Además de funciones inmunológicas, la leche materna tiene la función de revestir las paredes intestinales de la cría. Esto es importante para entender por qué consumir leche materna de otras especies puede irritar nuestro intestino.



La siguiente pregunta que debes hacerte es, por tanto: ¿las crías de la vaca necesitan los mismos anticuerpos y nutrientes que los bebés humanos?

Por supuesto, la respuesta es no. Ni tampoco los nutrientes sintetizados por una madre vaca son de la misma naturaleza que los sintetizados por una madre humana para su bebé. Dicho esto y habiendo desmontado el mito del calcio alrededor de la leche animal, nos quedan pocos motivos para consumir esta cremosa bebida, más allá de la dependencia del consumo que nos da la costumbre de haberla tomado toda la vida, y de su utilidad en numerosas recetas de cocina. En los dos últimos casos, es posible reemplazar la leche animal por una bebida vegetal de sabor neutro.

Por otro lado, la producción masiva de leche animal ha contribuido a que se sacrifique calidad por cantidad y precio. Por eso no es de extrañar que se hayan encontrado en multitud de análisis de leches animales, restos de antibióticos, hormonas, así como otras sustancias químicas dañinas para nuestro cuerpo. No obstante, esto no suele suceder con las leches animales frescas o de origen ecológico, ya que los controles de calidad son más exhaustivos.